Quien es Ascensión Cañete

Con las palabras de San Juan de la Cruz “DONDE NO HAY AMOR PON AMOR Y SACARÁS AMOR”, se despidió mi madre Ascensión Cañete.

Todo lo que hacía lo hacía con amor y con amor nos dejó.

Los últimos cuatro años de su vida los pasó luchando contra el cáncer, o mejor como decía ella: “No se lucha contra el cáncer porque al final te vence, hay que elevarse a él y decirle que ya has aprendido lo que ha venido a enseñarte y por lo tanto se puede marchar”.

Durante ese tiempo pude vivir con ella las muestras de cariño que recibió de todos/as los que la querían. Muestras que hemos seguido recibiendo incluso después de su muerte. Con algunas de ellas, que exponemos a continuación, nos parece la mejor manera de describir a Ascensión Cañete.

– Belén Ramos 

“Ascensión ha sido un modelo de mujer creyente, de una fe muy recia y confianza sin límites que la hacían fuerte ante las dificultades, abierta a lo que intuía que su Dios, en el que creía, le pedía, generosa, disponible, olvidada de sí en beneficio de los demás, mujer orante, ante cualquier necesidad fuera de quien fuera; era muy amiga de sus amigas.”

– María Jesús Peral 

“Amiga siempre estarás con nosotros, nunca te puedes marchar, has dejado una gran huella, que no se puede borrar. Amiga maravillosa, hija, hermana, madre y gran esposa, única, valiente y cariñosa. Te llevaremos por siempre y no nos faltan razones, porque siempre nos llenaste y estás en nuestros corazones.”

– Rosi Gil 

“El destino nos hizo amigas y el amor nos transformó en hermanas.”

– América Sosa

“Ascensión era sobre todo mujer, una mujer de una fe inquebrantable, amable, atenta a las necesidades de los demás a los que socorría de miles de maneras; pero sobre todo queriéndolos, amiga de todo el mundo pero sobre todo de sus amigas, detallista, no olvidaba los cumples, los santos, los aniversarios de bodas, … Ella era especial, muy especial.

Cuando Antonia Pascual me dejó «la escuela de padres» me «traspasó» uno de los mayores y mejores regalos que me han hecho en mi vida, puesto que con otras maravillosas mujeres estaba ascensión cañete que nos regalaba con una acogida especial en su casa cada 15 días y desde entonces hemos disfrutado del cariño, las confidencias, la comprensión, el ánimo, … La una de la otra. Gracias mil doy a dios por haber contado con una amiga que me ha enseñado tanto con tu forma de ser y vivir.

Un abrazo gigante con mi cariño agradecido por todo lo que sembraste en mi, amiga.”

– Antonia García

Pozuelo de Alarcón, 27 de junio de 2021

“Queridísimos Manolo, Belén, Carmen Mari, Sarita y todo el grupo familiar:
Me pide el corazón recordar con vosotros lo que ha sido la presencia de Ascensión en nuestras vidas, una presencia luminosa que, estoy segura, seguirá guiando nuestro camino.

Doy gracias a Dios por haberla conocido y haber disfrutado de su cercanía de su amistad y cariño. En mi larga vida he conocido a muchas personas que me han acompañado, con quienes he compartido y que me han ayudado. Ella ha tenido algo muy especial. Al Llegar yo a La Línea en septiembre de 2012, se puso muy pronto en contacto conmigo, y cuando se dio cuenta de mi área de trabajo, me manifestó algo que no he olvidado: había estado rezando a Pedro Poveda durante aquel verano para que alguien pudiera ayudar a una familiar que necesitaba apoyo y entendió que yo era la persona que podía prestar esa ayuda. Desde el primer momento nos compenetramos y nuestra mutua colaboración fue creciendo al calor de una amistad y confianza tan grandes que llegó a ser una relación verdaderamente entrañable, familiar. Conocéis perfectamente cómo se fueron sucediendo las actividades que fuimos realizando y cuántas y cuántas personas han encontrado caminos para sentirse mejor con ellas mismas y en sus relaciones familiares por su participación en ellas.

Ha sido una mujer que ha vivido en profundidad el compromiso de su fe y el mandato del amor que nos pide Jesús. He admirado siempre en ella su fidelidad y gratitud a todas las personas que contribuyeron en su formación. Alguna vez me dijo que una de las cosas que más agradecía a su madre era el haberla llevado al colegio San Pedro, dirigido por la Institución Teresiana. Recordaba con cariño a todas las profesoras que había conocido. Incluso hizo un viaje para visitar a Julita, la primera directora del colegio, ya muy mayor que residía en Asturias. Tenía un corazón grande que guardaba su lugar para todos quienes se habían acercado a su vida.

Transmitía un gran amor a la Virgen, y una singular devoción a la Inmaculada en la que sin duda encontraba luz, fortaleza y refugio, y a la que acudía en toda necesidad de ella, de su familia y de tantas personas que acudían a ella a buscar ayuda.

Tenía una devoción tierna y fuerte a San Pedro Poveda. Asistió en Madrid a su canonización y providencialmente nos tocó estar juntas en el acto a pesar de que no estuvo en nuestras manos elegir los lugares. Me comentaba que para ella había sido un favor especial el haber coincidido las dos en el mismo lugar en medio de aquella multitud reunida en la Plaza de Colón de Madrid. Contaba con frecuencia los muchos favores que le hacía San Pedro Poveda.

Junto a su fidelidad destacó su inquietud por hacer el bien y hacer felices a familiares, y a todas las personas que le fuera posible. En muchas ocasiones me remitió a personas que necesitaban orientación personal, pero sobre todo le preocupaba la educación en la familia y por ello dedicó alma vida y corazón a la Escuela de Padres, primero en el colegio San Pedro y después abriendo su propia casa. Manolo, recuerdo que eras un fiel colaborador en todos estos trabajos.

Tenía mucha inquietud evangelizadora que manifestó en su permanente servicio como catequista y en su participación en grupos de encuentro y reflexión cristiana. Movida por esta inquietud se integró en la Asociación ACIT para vivir la misión de llevar los valores cristianos a la sociedad y a la cultura.

En su deseo de ayudar a las personas en su crecimiento personal empezó a promover muy pronto que yo diera talleres de desarrollo humano para matrimonios, y, en general, para adultos que desearan sentirse mejor con ellos mismos. Uno de los primeros talleres a matrimonios fue en la Escuela de Magisterio cuando estaba en la calle Carboneros. Manolo, recordarás los descubrimientos sobre el diálogo en pareja… Era una ferviente promotora y tenía una gran capacidad de convocatoria. Recuerdo que cuando volvía de Guatemala siempre me organizaba algún taller en La línea. Uno de los últimos fue en febrero de 2013, sobre el desarrollo de la inteligencia emocional, al que asistieron ¡unas noventa personas! Y no faltaban los ricos dulces y refrescos que aportaba el equipo que ella organizaba.

Debo reconocer que hice un trabajo intenso en La Línea. En parte desde la Escuela de Magisterio, pero mucho también por el impulso y el apoyo que yo recibía de Ascensión. Cuando decidí ir a Guatemala me costó mucho la despedida. La Línea es un pueblo que supo ganar mi corazón como ningún otro y en esto ella tuvo mucha influencia.

Me fui lejos, pero para ella no había distancias a la hora de hacer el bien. Me ayudaba recogiendo donativos para los proyectos socioeducativos que tiene la Institución en Guatemala, que llegaron a visitar Belén, Carmen MarI y ella misma con Manolo. No puedo olvidar la impresión que me hizo verles llegar con maletas cargadas de ropa, objetos de adorno y bisutería para el bazar que se organiza cada año como medio de obtener fondos para el Proyecto Chinautla. Cuánto disfrutamos aquellos días en que llegamos incluso a ir a Tikal, el famoso yacimiento arqueológico maya en medio de la selva.

Estoy segura de que vosotros sabéis ya todo esto, y mucho más, de ella, pero he querido expresar mi admiración, cariño y gratitud por una mujer extraordinaria de quien tanto he recibido. Ahora nos ayuda desde el Cielo. Seguimos en comunicación, seguros de que nos escucha y nos responde. Su presencia sigue entre nosotros, aunque de forma diferente.

Con todo mi cariño, un abrazo muy fuerte a todos y cada uno.”

– Antonia Pascual

La Línea, 4 de junio de 2022

Se acerca la fecha aniversario en la que te marchaste para siempre, y recordar sigue doliendo, y mucho; aunque tengo la certeza de que me sigues hablando y escuchando y eso me alegra porque sé que estás en el mejor sitio, el lugar que te merecías, junto al Señor y la Virgen Santísima…aunque eso no impide que a veces no pueda contener las lágrimas.

Mi amiga desde pequeña, amiga del alma, y lo seguimos siendo y doy gracias a Dios por ello y por los lazos de amor que siempre hemos mantenido y seguimos manteniendo a través de Manolo, tus hijas y ya también tus nietos.

Mi amiga, una mujer cercana, entrañable, alegre, todo corazón, fuerte y débil a la vez, que hizo de su vida una meta hacia el amor a los demás, sin descartar esfuerzos e implicándose hasta lo más profundo, una mujer de fe que se hizo instrumento de Dios y repartió bondad y felicidad por donde pasó.

Gracias Ascensión por tu ejemplo, por tu cariño hacia mi y los míos, gracias por formar parte de mi familia, desde aquella lejana fecha en que nos unió la escuela, nuestra querida escuela de la Institución Teresiana que con sus valores nos reforzó aún más en nuestra relación y en nuestro sentir.

Gracias por el encargo de seguir contigo a través de Manolo, Belén, Carmen Mari y Sarita y gracias por tu capacidad de ver en todo la presencia de Dios y hacérnoslo ver a nosotros también.

Te quiero,

– Ana Mari Silverio